A mediados de los años 60 Roger Brambell formuló cinco principios para describir las condiciones que se tienen que dar para que un animal esté en situación de bienestar. Estos fundamentos son conocidos como “las cinco libertades” del bienestar animal. Surgieron en respuesta a la inquietud que muchos británicos empezaban a mostrar por las condiciones de explotación de los animales destinados a uso y consumo humano y, con los años, han dado lugar a un marco normativo internacional más amplio.
Las “Cinco libertades” de Brambell establecen que, para encontrarse en condiciones de bienestar, un animal tiene que estar:
Esto quiere decir que no sólo tenemos que conocer sus necesidades de alimentación y salud, sino también que les debemos permitir manifestarse como la especie que son. Es decir, cuando traigamos un animal a casa, tenemos que estar muy informados sobre qué es y no es un comportamiento natural en un perro, gato, hurón, etc. Con esta información, les hemos de proporcionar el entorno adecuado y aprender a relacionarnos con ellos de forma que se puedan comportar como lo que son y no recibir coacciones o castigos para que se adapten a otras expectativas.